mardi 22 septembre 2009

vacaciones en Chile (traduccion)

Ya estoy de regreso de Chile! Experiencia inolvidable para mi que soñaba desde tanto tiempo con visitar este país. Finalmente, abandonamos la idea de ir en auto hasta Santiago: la ruta es muy larga y sus paisajes no excepcionales, hubiera costado caro y no teníamos el tiempo suficiente para que valiera la pena. Por consecuencia, aprovechamos al máximo las ciudades que visitamos y los amigos chilenos. Aquí viene el relato de esos 15 días.

Charlotte y yo salimos el 15 de agosto para La Paz. Allá, recuperamos nuestros pasaportes y tomamos el bus para Arica, donde nos debíamos juntar con Juan Luis, un amigo de Cristian con quien ya había pasado varios días en La Paz en junio. El trayecto La Paz- Arica, conocido por sus paisajes que te quiten la respiración cortar el soplo, merece su fama. Se cruza el parque nacional de Sajama, luego la provincia chilena de Parinacota, que alberga el lago Chungara, uno de los mas altos del mundo (aproximadamente 4500m). Desde la aduana, se tiene una vista incomparable del lago así como del volcán Parinacota que lo bordea...

El paso de la aduana, que temíamos por costumbre, transcurrió bien (sin embargo, recordaremos con emoción la mimolette (queso francés de color naranja) mandada por la madre de Charlotte, que preferimos botar antes de pasar los controles, por miedo de que nos multen... por suerte en cambio el salchichón pasó milagrosamente).

Nuestros primeros minutos en Chile no fueron de los más agradables. Apenas llegamos a Arica, mientras Charlotte se había ido a comprar algo para comer y me había dejado en plena lectura de la guía de Chile, un desconocido se acercó a la mesa donde estaba sentada y robó la mochila de Charlotte, la cual contenía su pasaporte, sus lentes de vista y su cámara de vídeo... lo peor que te puede pasar.

Juan Luis, llegado unos segundos después, nos condujo enseguida a donde “los pacos” (así llaman a la policía allá) para declarar el robo. Luego, llamamos al consulado de Francia en Santiago para saber lo que Charlotte tenía que hacer. Después de varios trámites (y mucho tiempo en las administraciones), acabo por conseguir un pasaporte provisional en Santiago, lo que le permitió volver a Bolivia. Ahora, el problema es que no sabe como volver a Francia, porque nuestro avión tiene previsto hacer una escala en los Estados Unidos, los cuales exigen tener un pasaporte biométrico o, en su defecto, una autorización especial que necesita varias semanas para obtenerla. Por lo tanto, se ve obligada a volver a empezar los tramites para obtener un nuevo pasaporte biométrico y una nueva visa... lo que mucho más difícil desde el extranjero. Creo que la llegada a Arica, no la olvidaremos jamás...

Nos quedamos tres días en Arica en la casa de la familia de Juan Luis. Su hermano y su cuñado, con los cuales vive, tienen dos restaurantes. Entonces que aprovechamos el sábado para ir a degustar ahí nuestros primeros platos de mariscos y pescados. Después de cinco meses de casi abstinencia total de mariscos (como Bolivia no tiene acceso al mar, se come muy poco pescado, o solamente pescado de agua dulce, la mayor parte del tiempo trucha), en Chile nos desquitamos. De hecho, no pensaba que comían tanto pescado los chilenos. Entre mis mejores recuerdos : el albacora, el lenguado, la trucha, las cholgas (mucho más gordas que nuestras cholgas) y el cangrejo. Entre los menos buenos, los erizos, pero hace falta decir que cuando nos los sirvieron, ya habíamos engullido tres platos de pescados marinados en jugo de limón y mi estomago amenazaba con explotar.

En Arica, visitamos también el museo Azapa, un museo arqueológico entre los más bonitos de Chile, famoso por sus impresionantes momias incas. Luego pasamos el domingo en compania de Don Guillermo, el jefe de trabajo de Juan Luis, con quien nos juntamos en un parque de la ciudad lleno de parrillas de uso libre y de mesas para hacer pic-nic. Comimos y tomamos toda la tarde, y por fin pude saborear el pastel de choclo con el cual soñaba... riquisimo (es un pastel a base de carne de res molida con huevos duros y aceitunas, el todo recubierto de choclo dulce, realmente delicioso.

Después de Arica, fuimos a Iquique. Allá, cual fue nuestra sorpresa, nos esperaba Charlotte desde hace más de 12 horas en la estación de bus, sin una moneda en el bolsillo y con mucha hambre. Había llegado en la noche pero no había conseguido contactar al amigo que la debía alojar... En Iquique nos alojamos en casa de Manuel, un amigo de Macarena, (amiga chilena conocida en España), quien además de ofrecernos un techo, nos proporcionó sus servicios de guía durante estos tres días. Nos llevo primero al puerto para ver la llegada de los barcos de pesca y la venta del pescado en subasta, luego a un mirador edificado en recuerdo a la batalla de Iquique, perdida por Chile en los primeros años de la guerra del Pacífico. El mirador está ubicado en las alturas de la orilla del mar, frente al emplazamiento de los restos del “Esmeralda”, barco chileno hundido por un blindado peruano el 21 de mayo 1879. Es al termino de esta guerra (1879-1884) ganada por Chile, que Bolivia perdió su acceso al mar... lo que explica el frío que persiste entre bolivianos y chilenos que además de vivir en dos países cuyos modelos sociales son completamente diferentes, siguen peleando a causa del conflicto marítimo. Los bolivianos les tienen resentimiento a los chilenos por haberles privado de litoral, y a estos últimos no les gusta tampoco mucho los bolivianos que acusan de venir a robarles sus trabajos.

Luego, fuimos a ver la escuela Santa Maria, que fue el escenario de una masacre en 1904. En la época, Chile sacaba buena parte de sus recursos de la explotación de las minas de salitre en el norte del país. Pero los obreros chilenos eran explotados por sus patrones, muchas veces extranjeros venidos al “Nuevo Mundo para hacer fortuna. Un día, unos 20 000 obreros subieron a Iquique a reclamar mejores condiciones de vida, un general local los hizo esperar en esa escuela antes de mandar los militares a masacrarlos. En total 3000 obreros murieron. Las pinturas murales en la fachada de la escuela mantienen vivo el recuerdo de la masacre para que tal horror no se reproduzca nunca más.

Al día siguiente, es decir el jueves, fuimos a visitar Humberstone, ciudad construida alrededor de las minas de salitre y abandonada en los años 60, cuando su explotación terminó de ser rentable. El nitrato de sodio de Chile sirvió de abono natural en el mundo entero por más de un siglo, hasta que se le sustituya un abono industrial menos costoso de producir y de rendimiento equivalente.

Humberstone parece parada en el tiempo, el clima seco del norte (que alberga también el desierto más árido en el mundo) ayuda a conservar los edificios de esta ciudad abandonada en pleno desierto. Se puede visitar su piscina, su hostal, su mercado, su teatro, las viviendas de los obreros, y ,claro, la fabrica donde se transformaba el salitre en nitrato de sodio, pero las condiciones de vida de los obreros eran inhumanas, y el control social sobre ellos, total. Lo demuestran los bonos que recibían a modo de sueldo y que les permitían comprar alimentos en las tiendas del pueblo, cuyos precios subían y bajaban al agrado del “señor Humberstone”, edificador y maestro de su ciudad (y de sus obreros)...

De regreso de Humberstone, nos despedimos de Manuel y de su familia y nos fuimos a Santiago. Después de 23 horas de autobús casi sin parar, nos encontramos con Cristian en la terminal de buses. Después de habernos instalado en un hostal, lo alcanzamos en la casa de Carlos, uno de sus amigos que estaba de cumpleaños. Lo pasamos bien pero estaba cansada del viaje y después de unos vasos de piscola (pisco+coca cola) me fui a dormir.

El día siguiente, pasamos toda la mañana en el consulado de Francia a fin de empezar los tramites de pasaporte provisorio de Charlotte. Luego, nos fuimos a Bellavista, él barrio estudiantil de Santiago, lleno de viejos edificios con colores vivos y de bares de todo tipo. Esta vez, fuimos para visitar la Chascona, una de las tres casas de Pablo Neruda que dividía su tiempo entre Santiago, Valparaiso e Isla Negra.

Poeta famoso en el mundo entero, la vida de Neruda hace soñar. Desde sus 24 anos, se le confió puestos consulares en varios lugares del mundo y pasó varias décadas de año en el extranjero. Enamorado de los objetos, trajo de sus viajes decenas de obras de arte y de objetos insólitos, que repartió entre sus tres casas... En cada una de sus casas se hacen sentir su pasión por el mar, las mujeres y el vino tinto. Proas de navíos, barcos embotellados, ventanas en forma de ojos de buey, cama orientada hacia el océano, guijarros incrustados en el suelo, colecciones de conchas provenientes del mundo entero...objetos que en su mayoría nos recuerdan al océano. También se encuentran en cada una de ellas un bar y décenas de objetos que dan testimonio de su amor por Matilde, su tercera esposa y la mujer de su vida.

En la noche, después de una vuelta a La Piojera, un café popular entre los más antiguos de Santiago, nos fuimos a Rancagua, donde viven Cristian y su madre. Durante tres días, ella nos mimó. Buena cocinera, ella tiró la casa por la ventana y pasamos buena parte del tiempo sentadas a la mesa... Entre lo mejor de Rancagua : él “pan amasado”, un pan de fabricación artesanal, el pebre, salsa a base de limón, tomate, cebolla y cilantro, muy rico con un poco de pan en aperitivo, el ceviche, plato típico del Perú también muy consumido en Chile, (se trata de pescado crudo marinado en jugo de limón verde, con cebollas y cilantro picados), y las alcachofas.

EL fin de semana, fuimos a visitar los alrededores de Rancagua. Si bien Rancagua no es muy bonita, los pueblitos que lo rodean merecen ser visitados. Perdidos en las montanas, todavía se pueden ver huasos, el equivalente chileno de los gauchos argentinos. Estos últimos llevan un chamanto, una suerte de poncho realizado al principio con hilos de seda, y ahora casi exclusivamente en lana de oveja. En el camino, paramos en Doñihue, pequeño pueblo conocido por su comunidad de tejedoras y su “chacolí”, vino local originario del país vasco. Allá, una amable “Doñihuense” nos invitó a entrar a su casa para enseñarnos su sala de tejer. Al salir de su casa, bastó cruzar la calle para aterrizar en la casa de un productor de chacolí que se apresuró a servirnos un generoso trago de chacolí a cada uno, seguido de un vaso de chicha cruda, y luego de chicha cocida, para terminar por aguardiente, la otra especialidad de la zona... su estrategia funcionó ya que cada uno se fue con varias botellas en las manos...

EL lunes, fuimos a pasar el día en Santiago. Allá, fuimos a ver la plaza de Armas, donde Marie y yo nos hicimos leer las cartas (el tarot). Era mi primera vez y debo confesar que la vidente me pareció bastante dotada (sigo escéptica pero debo reconocer que sus palabras tranquilizadoras ponen de buen humor). Luego nos dirigimos hacia “La Moneda”, palacio presidencial en el cual Salvador Allende se suicidio el 11 de septiembre de 1973, unas horas después del golpe de estado de Pinochet. Momento emocionante para una nostálgica de los ideales de la época como yo...

Luego, pasamos varias horas en el “Mercado de las Flores”, desvalijando a sus vendedores de piedras, perlas, semillas e hilos de todos los colores, Marie para fabricar joyas de alambre y yo para el macramé. Empecé a hacer pendientes durante el viaje y me apresuré a hacerme perforar las orejas a mi regreso a Sucre. Ahora tengo que esperar que mis orejas cicatricen para poner mis primeras creaciones.

Al día siguiente, es decir él martes, nos despedimos de Rancagua y regresamos a Santiago, donde tomamos el bus para Valparaiso al fin de la tarde. Allá, nos instalamos en la casa de Caroline, que me había visitado en Sucre unas semanas antes, al mismo tiempo que Antoine, su primo y un amigo de infancia de mi hermano. Caroline terminaba su estadía de un año en Valparaiso. Su departamento compartido, ubicado en las alturas de Valparaiso (“Valpo” para los íntimos) era una verdadera casa de hippies. Bautizada “la Grande Familia” por sus habitantes, era todo el tiempo llena de gente o de viajeros con los cuales pudimos simpatizar.

Valparaiso es mi flechazo de Chile. Esa ciudad, con sus múltiples colinas, su bahía gigante, su puerto de pesca, sus casas coloradas y sus grafitis por centenas, merece su fama de “ciudad más bonita de Chile”. La visita a la cárcel, una antigua prisión reconvertida en museo a cielo abierto, me dejô un recuerdo imborrable. Aunque nuestro guía auto-proclamado, un supuesto “antiguo detenido que había conseguido escaparse” nos dejó con grandes dudas respecto a la veracidad de su testimonio personal, nos ofreció una visita a los lugares totalmente apreciable. Lo más impresionantes fueron los grafitis que cubren las paredes de la cárcel. Aquí vienen unos de los más bonitos.

El día siguiente, visitamos “La Sebastiana” (segunda casa de Neruda), dimos la vuelta a la bahía a borde de una nave de turismo y fuimos a pasear en las colinas sobre las cuales está construida Valparaiso...

El viernes por la noche, mientras Marie se iba a juntar con “las Charlottes” en Santiago, me quedé una noche más en la casa de Caroline con el fin de irme el día siguiente a Isla Negra, pequeño pueblo situado a una hora y media de Valparaiso que alberga la tercera (y ultima) casa de Neruda. Esta casa es súper romántica. Construida frente al mar, su estructura se asemeja a la de un barco, y como en las otras casas, su decoración interior es en gran medida inspirada por el mar. Al exterior de la casa, Pablo y Matilde están enterrados frente al océano.

Después de mi visita a Isla Negra, tomé el bus para Santiago, donde me esperaba “Charlotte-lentes”. Marie y “Charlotte-risada” se habían ido en la mañana a Argentina, donde habían decidido viajar juntas durante unos días. Después de una ultima noche en Santiago, Charlotte y yo tomamos el avión el domingo por la mañana para Arica. Allá, por nuestra ultima tarde de vacaciones, Juan Luis nos llevo a la playa. El día siguiente por la mañana, tomamos el bus para La Paz, donde llegamos justo a tiempo para abordar un autobús con destino a Sucre.

Cuando llegamos a la oficina de Ayni el martes por la mañana, no deshice mi mochila, al contrario, junté todas mis cosas para instalarme en un nuevo departamento donde voy a quedarme un mes y medio. Philly, una inglesa que vive en Sucre, buscaba a alguien para cuidar su casa y ocuparse de Mogi y Puki, sus dos gatos. Como empezaba a sentirme apretada en Ayni y que estaba un poco aburrida de vivir en mi lugar de trabajo, me apresuré de aprovechar la ocasión! Es mi primer departamento “solamente para mi” y me siento tan bien allí que casi cambié mi opinión sobre los departamentos compartidos. Pero la cosa es que no estoy realmente sola : Zéro y Don, inglés el primero, australiano el segundo, comparten un patio grande conmigo. Muchos años mayores que yo, tienen esta tranquilidad de espíritu que me falta muchas veces. Zéro es administrador de sitios web y gestiona los blog de sus clientes ingleses desde Bolivia. Don está de “viaje prolongado” y decidió quedarse un tiempo en Sucre para aprovechar su tranquilidad para vivir. Don no habla bien español, lo que me obligo practicar el inglés por primera vez. Me desenvuelvo como puedo pero muchas veces tengo vergüenza cuando me escucho.

Puki y Mogi son los dos gatos más afectuosos que conozco. Gracias a ellos, casi nunca duermo sola y ya no me burlo de la gente que colecciona los clichés de sus animales. Siempre guardo mi cámara al alcance de la mano y pondré pronto sus fotos en linea.

Este fin de semana Sucre celebra la entrada de su virgen, la virgen de Guadalupe. Desde hace varios días se preparan las festividades. A los bolivianos les gustan mucho los desfiles y cualquier persona puede formar parte de una fraternidad y participar a la entrada. A priori, la interminable columna va a dar la vuelta de toda la ciudad, bailando y tomando... promete ser divertido.

Esta semana no he animado muchos talleres porque una de las dos bibliotecas el la cual supuestamente tengo que ir está cerrada. Como la alcaldía se niega a nombrar un bibliotecario, la única forma que encontramos para presionar a la municipalidad para que se de cuenta de la utilidad del lugar fue cerrarlo. Para mi no está mal : me deja tiempo para preparar mis intervenciones.

Esta semana mi taller con las madres fue catastrófico, a pesar de que había comprobado todas mis recetas de tortillas la semana anterior, hasta rozar la sobredosis de huevos, desgraciadamente dos imprevistos vinieron arruinar mis esfuerzos : el corte de agua y los sartenes de aluminio.

En este momento los cortes de agua son frecuentes en Sucre, sobre todo en los barrios periféricos donde los habitantes están obligados a levantarse temprano en la mañana para llenar cantimploras de agua que les permitirán aguantar hasta la noche. Durante el fin de semana en el departamento de Ayni, muchas veces hace falta armarse de paciencia para ducharse o cocinar (o recurrir al agua mineral... pero no es una solución muy económica). Por suerte en el centro nunca pasa.

Entonces, el lunes no había agua en Mesa Verde y tuve que llevar mi taller “tortillas” en condiciones de higiene deplorables. Tuvimos que dejar todos los platos sucios en la biblioteca, lo que me sirvió de excusa para organizar un taller de “limpieza general” la próxima semana. Luego, los sartenes de aluminio de la biblioteca; mas pegajosos que el chicle, terminaron de transformar mi taller en misión “rescate de tortillas”. Creo que voy a tener que volver a ver todas mis recetas para llamarlas “huevos revueltos”.

Al día siguiente, lo mismo me pasó en Villa Armonía: tuve que llevar mi taller de panqueques sin agua en el grifo. Para hacerme perdonar por el estado en el cual deje la cocina, hice escribir a los niños una bonita carta dirigida a la bibliotecaria y le deje una buena docena de panqueques en cambio de lavar los platos...

El mismo día improvisé un taller “dibujamos a la virgen” con los niños, a quienes se sigue enseñando los buenos principios bíblicos en la escuela. Durante las tardes dedicadas al apoyo escolar, no es nada raro tener que ayudar a un niño a buscar de que color era el cabello de Jesucristo , o cuales eran las siete plagas de Egipto... para nosotros que venimos de un país donde la laicidad fue elevada a religión de Estado, es un choque permanente.

Ya está, voy a parar acá. Como el joven profesor de español que me ayudaba a corregir mis mensajes se ha ido a Francia el martes pasado (fue admitido como asistente de idioma en Estrasburgo!), la traducción de este billete tardará unos días, el tiempo de encontrar a otro profesor dispuesto a ayudarme.

¿Y todos ustedes, como están?
El blog me ocupa tanto tiempo que abandoné el correo electrónico, pero no duden en mandarme noticias, estos días la tranquilidad de mi departamento me deja más tiempo para contestar!

Un beso grande a todos.
Cuidense.
Marion

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