lundi 18 mai 2009

Momentos felices como aguacero

Al empezar este mensaje, es lunes, día del taller con las mamás de Mesa Verde ¡Aquí es el fin de la tarde y me resulta extraño pensar que deben de estar todos durmiendo (hay seis horas de diferencia entre Bolivia y Europa)!

¡El taller de esta tarde merece ser contado! La semana pasada, las mamás habían emitido el deseo de hacer « pollo al horno ». Coline y yo pensábamos hacer un taller « queques », pero como pollos y queques no me parecía constituir un menú razonable (sobre todo en plena tarde), había negociado con las mamás trocar el taller queques por un nuevo “taller ensaladas”. Pero esta vez se trataba de ensaladas verdes, mucho menos consistentes que las del primer taller (cuyas ensaladas eran a base de cereales). Había previsto cuatro ensaladas y tomado algunos riesgos poniendo frutas en la composición de dos de ellas. Había cuidado de incluir en cada una uno o dos ingredientes ricos en proteínas y lípidos, tanto para no chocar a las mamás como para que la comida permanezca equilibrada. Las cuatro ensaladas eran de piña/pomelo/palta, manzana/nuez/huevo, paltas/zanahoria/tomate/pollo y queso/huevo/pepino.

Cuando llegué, las mamás ya habían empezado: Habían puesto las piernas de pollo a remojar en una gran fuente con jugo de limón, salsa de soya y mostaza. Una vez todos las piernas empapadas de salsa, las pusieron al horno y se instalaron en las mesas donde estaban dispuestas las recetas y los ingredientes para el taller. Tenía miedo de que mis ensaladas « no las convencieran » pero, al contrario, todas mostraron mucha curiosidad por experimentar las mezclas y el taller estuvo bien ¡Y lo más bonito restaba: una vez todas las ensaladas listas, pudimos anunciar a las mamás que habíamos traído fotocopias de las recetas de los talleres para cada una de ellas!

Creo realmente que estaban contentas porque se apresuraron a ir a buscar las recetas que habíamos dispuesto en fila para que cada una compusiera su carpeta. Yo me puse al principio de la fila para inscribir el nombre de cada madre en su carpeta, primero porque no todas saben escribir bien, y luego porque a pesar de que ya era el octavo taller, todavía no me sabia los nombres de todas. Lo más divertido era verlas contar de nuevo sus recetas para asegurarse de no haber olvidado ninguna. Luego, cada una a su turno vino a pedir a Coline y yo que firmáramos sus carpetas ¡Durante unos minutos el taller se transformó en sesión de dedicatoria! No podía creerlo…

¡Luego, decidimos hacer una foto grupal! Desde el principio de los talleres, las mamás volteaban la cara en cuanto nos acercábamos para tomar fotos, pero esta semana su actitud pareció cambiar. Pienso que el hecho de haber empezado a enseñarles cada foto justo después de haberla tomado les dio confianza ¡En todo caso, si en las primeras fotos de grupo las mamás parecían intimidadas, después de unos clic el ambiente se relajó y las sonrisas aparecieron! Creo que fue el taller más bonito que hemos hecho…

Para hablar de otra cosa aparte de la comida, voy a contarles mi último fin de semana. Como el fin de semana anterior casi no habíamos dormido porque habíamos ido a una fiesta electrónica que se había alargado hasta el domingo por la noche, la semana pasada decidimos hacer algo más tranquilo. El sábado las Charlotte y yo nos fuimos a acampar a las « siete cascadas », sobre las cuales no sabíamos mucho sino que pocas personas conseguían ascenderlas todas. No muy tranquilizante: Justo antes de irnos, Lukas, un argentino que trabaja con nosotros, empezó a contarnos anécdotas aterradoras a propósito de turistas que habían terminado apuñalados o desvalijados cuando acampaban en las cascadas. Para evitar sufrir la misma suerte, Lukas nos aconsejó acampar en cascadas más altas, de acceso difícil en plena noche… A pesar de sus consejos que se pretendían tranquilizantes, al salir de su casa ninguna de nosotros estaba tranquila. Pero de todas maneras fuimos.

Una vez en el sitio, pensando que las cascadas debían de estar más arriba en la montaña, empezamos a subir una pequeña quebrada ubicada más abajo. Como no habíamos visto que un camino bordeaba la quebrada, escalamos caca cascada como pudimos. Por mucho que no eran muy grandes, con nuestros sacos de dormir, la carpa, más nuestras mochillas y bolsas de provisión, no parecíamos muy capaces. Cuando llegamos a la tercera cascada, encontramos tres alemanes que nos ayudaron a subir las bolsas de cascada en cascada. Para nuestra gran sorpresa en la cuarta cascada encontramos un grupo de jóvenes bolivianos haciendo una parrillada al borde de la misma. Después de unos minutos nos dimos cuenta que existía otro camino para acceder a las cascadas, mucho menos peligroso que él que habíamos tomado y que permitía acceder directamente a la cuarta cascada…

Por mucho que intenté subir la cuarta cascada, estaba demasiado peligrosa para que la escalemos con nuestras bolsas, y como el suelo de piedra de la tercera no permitía plantar la carpa, tuvimos que dar media vuelta. Mientras la luz del día empezaba a declinar, los bolivianos que habían terminado su parrillada y estaban para volver a Sucre en coche, nos indicaron con el dedo dónde estaba el único hostal del lugar: del otro lado del valle (no muy grande por suerte). Después de una hora de camino, llegamos delante de una especie de hacienda parecida a una ciudadela, con mini murallas y un lindo puente de acceso. Fue el jardinero que nos recibió y, para nuestra gran suerte, nos dejó campar en el pasto del hostal para 10 pesos cada una (es decir 1euro). Teníamos un poco de provisiones y lo necesario para el aperitivo, acceso a baños, y hasta luz encima de la carpa… ¿que más pedir? Además estábamos tan cansadas que a las diez ya dormíamos todas como bebes! Al día siguiente tuvimos que volver a caminar una hora antes de alcanzar el pueblo donde volvimos por el bus de mediodía ¡Nuestras discusiones con el jardinero nos confirmaron que había sido buena idea no dormir en las cascadas: varios turistas habían sido extorsionados a fin de robarles las cámaras, el dinero y hasta la ropa la semana anterior a nuestra llegada! ¡Las siete cascadas parecen ser una trampa perfecta para las turistas!

El domingo por la noche, Mickael (mi compañero de departamento) y yo fuimos a un concierto de rock folklórico. Estaba muy bueno. La banda tocaba sobre un pequeño escenario montado en medio de una calle (que por suerte acabaron por cortar la circulación). Los bolivianos bailaban en fila y tomaban « té con té » (es decir te con singan : un alcohol fuerte y bastante barato similar al pisco chileno, que la mayor parte del tiempo se toma con Sprite pero resultó delicioso mezclado con el té de canela). Además la banda, que era paceña, era buena. En fin, por rock folklórico era necesario comprender « música tradicional modernizada » ¡Los instrumentos tradicionales (quena, charango, zampoña) estaban acompañados por dos guitarras eléctricas, y quedaba muy bien!

Esta semana pasó tan rápido como una flecha. Durante el día, cuando no estoy en las bibliotecas, preparo mis talleres. Por cierto, gran noticia: Hoy día ha nacido “ Eva la maracuyá », una fruta montada sobre tres patas, realizada con papel maché, alambre y globo ¡Mi taller verduras y frutas de los Andes en papel maché pronto va a poder empezar! ¡Animo también dos mini talleres: en uno realizamos un juego de las siete familias de los alimentos, en el otro fabricamos botes para guardar los alimentos en la cocina de Villa Armonía. Añadido al taller « cocina » con las madres de Mesa Verde y «desayuno equilibrado » con los niños de Villa Armonía… ¡no es poco! Los niños, tímidos al principio, ahora nos conocen mejor y están a menudo impacientes por saber lo que hemos traído.

Dos tardes por semana, acompaño a las Charlotte a clases de aeróbic, en un gimnasio del centro. Las maquinas están viejas, las paredes cubiertas por pósteres de fisiculturistas que dan realmente miedo, las gradas son de madera y estamos un poco hacinadas, pero la profesora es muy dinámica y el ambiente caluroso, además hace bien desahogarse ! Respecto a las clases de quena, por el momento las he dejado, pero pienso volver a tocar en los próximos días ¿Pero porque los días solo duran 24 horas?

Un abrazo, hasta la vista y cuídense mucho

Marion

1 commentaire:

  1. Holahola...dis donc, mais cé st qu'elle est bilingue la tite Marion!
    Aparemment ut t'éclates, et ça me fait plaisir de savoir que tu passes de bons moments, c'est le plus important...et dis donc, tu rentres quand ma tite marionette, on se verra pendant les vacances?
    Bisous à toi, continue comme ça!
    Célinou.

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